Hoy es uno de esos días en los que me encantaría
tenerte cerca, hoy es uno de esos días que eran sólo nuestros, esos en los que
las guerras de cosquillas acababan en caricias y besos de buenos días.
Hace más de quince de esos días que ya no
hablamos, hace por lo menos dos meses que no tengo noticias tuyas. En estos
días tan grises mi memoria te trae de vuelta y mi corazón, que no deja de
sangrar, se pregunta dónde estás, mi orgullo no me deja en paz y mis labios
sólo te quieren volver a besar. Te recuerdo en cada cojín del sofá, en cada
cuadro que ya no está, sigues en la cocina cantándole a la libertad mientras
tus manos, sin guía, preparan algo para merendar.
Por favor ten piedad, no me vuelvas a torturar,
no vuelvas si te vas a marchar, no me vuelvas a ilusionar, no me intentes
volver a atrapar, déjalo estar.
Alguno de esos días mis manos engañan al orgullo
y te mandan un “Hola, ¿qué tal?” pero tus dedos, demasiado lentos, me vuelven a
recordar que ya no estás y que aunque todo parezca ser normal, nunca será
igual. La conversación no va mucho más allá, y un “Yo igual.” Me devuelve a la
realidad, en un avión que se acaba de estrellar. Pero yo, en mi ilusión de
niña, espero, sin saberlo, cada noche un tú con muchas u que me haga olvidar
que debo dejar de soñar y me enseñe a volar.
Creo que no te quiero olvidar, cómo podría dejar
escapar tantos recuerdos, tú me enseñaste
la felicidad y me aconsejaste escapar de un mundo que se aproxima cada día más
a su final, tú que me enseñaste a volar y me hiciste saltar prometiendo que no
me dejarías fallar, y dime ¿dónde estás?
No pienses que para mí fue un simple juego de
azar, no creas que no lo pasé mal, no te permitas olvidar la verdad.
Promete que cuando te acuerdes de mí me hablarás
y cada vez que en tu cabeza aparezca un “¿Por qué no volverlo a intentar?” me
llamarás en busca de aquella felicidad que tanto nos ha hecho llorar.
Hoy es uno de esos días y te vuelvo a preguntar,
¿Por qué no estás?
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