"...Roza
con su yema mi mejilla y aparta una traviesa lágrima que se ha escapado de mi
ojo amoratado por la pelea, su mano acaricia uno de mis rizos desechos y lo
coloca detrás de mi oreja, con sus ojos azulados repasa toda mi magullada cara
y yo le odio por eso, odio que me observe tan fijamente, odio que repase cada
centímetro de mi cara como si quisiera encontrar en ella alguno de mis mayores
secretos, me observa y sonríe, su sonrisa me deja pasmada unos minutos y su
nariz se atreve a rozar la mía, un escalofrío recorre todo mi cansado
cuerpo..."
—Basta, cállate, no sigas por favor. — grita Ana, yo
simplemente dejo de leer y cierro el libro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario